
Hace algún tiempo escucho demasiadas veces al día la canción "Pálido" de Christina y los subterráneos y, quizás extrañamente, me recuerda a ti porque te imagino celebrando solo hasta que cierran el bar, te imagino bailando en solitario con un vaso y un cigarro en la misma mano mientras los presentes te miran sacudir la castaña cabellera. En fin, te imagino y muchas veces al día.
Luego de muchos días pensando y meditando que pronto el semestre acaba y al término de este probablemente dejo de verte: tomé una decisión (lo difícil era llevarla a la práctica) y un martes "random" hice un papel con un mensaje para ti, no te encontré y lo agradecí enormemente porque me hacía falta coraje. Viajé y medité el asunto en el trayecto, para el regreso estaba más que decidida: el miedo a no verte más era superior a simplemente entregarte el papel.
Llega el día, subimos al metro, miramos al frente, me bajo apresuradamente, el corazón latía en los oídos y cuando avanzaste te tomé del brazo, te entregué el mensaje (estabas perplejo, cualquiera lo hubiese estado, tus audífonos no eran de ayuda) y huí. Los tacos no me permitieron huir más rápido, por mí hubiese volado, pero casi en slow motion miraba la torre y caminaba velozmente. Llegué agitada a clases, sonriente porque lo había hecho, demasiado feliz en mi fuero interno, queriendo gritar lo ocurrido.
El destino o mi poca experiencia hizo que obviara el hecho de que hay dos boleterías en una misma estación y te esperé...
En los días de invierno,
María Ignacia
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