Eran tres, tres sobre cuatro ruedas. Ella inexpresiva, sólida, fría y ensimismada; así se mantuvo durante varios minutos. Nadie supo los laberintos mentales que recorrió.
Sólo dejó salir una frase en aquel viaje, una frase pesimista y sin sentimientos, fría y muerta como el hierro. Sus labios la dejaron salir secamente y luego retornó al silencio absoluto, pensando en lo que había dicho se mantuvo otros minutos mas.
Pensó muy bien en como se comportaría, con la cabeza fría pensó muchas cosas más mientras arreglaba su cabello, pensó en sus amigos, en princesas, muerte, éxito y fracaso.
Su pecho estaba oprimido, quiso dejar salir muchas cosas, también lágrimas. Respiró profundo y continuó mirando hacia las destruidas murallas, estas se establecían en su apesadumbrado corazón. Una vez lejos; sólo quería llorar en la inmensidad de la noche, en la inmensidad del camino y aún sola…